“El orgullo de ser uno mismo”

Hombre sencillo, trabajador infatigable. Artista pintor de nacimiento, lleva una vida envuelta en todas las tonalidades iridiscentes de los cielos y los campos, de los soles y los mares, de las frondas, de la pradera y los ríos. Las abrazantes fragancias silvestres le inspiran y le invitan a plasmarlas sobre sus papeles (acuarelas) o sobre las telas (al óleo) con sus multiplicidades luminiscentes que se pueden admirar en cada arbusto, en cada árbol gigantesco, en cada flor por diminuta que sea, en los mantos floridos que emergen de la tierra cuando ha sido fertilizada por la lluvia, en las cordilleras verdeazules que señalan horizontes infinitos hasta donde puede viajar la mirada del espectador, deleitándose, divirtiéndose, regocijándose y acrecentando el placer de contemplar un paisajística de deífica milagrería que hasta los más insensibles son capaces de admirar.

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Historia

Si cuando era niño, a Mojica se le hubiera preguntado si el artista nace o se hace, su respuesta hubiera sido que nace, porque percibiéndose respondería enseguida de manera adecuada. Artista nato que desarrolló un mundo espiritual, vivió el dilema de vivir del arte o para el arte. Optó por lo último. Por ello, desarrolló primero una intensa actividad empresarial para dedicarse con disciplina y esmero a la pintura, y vivir sin la zozobra de vender su obra, sobre todo en el reducido e incierto mercado mexicano del arte, y así estar en condiciones de vivir para el arte, pintar a margen de los gustos y sin sed de trascendencia con el propósito de crear entera libertad, no para conceder, no para gustar a los otros, sino para exigirse. Eso es lo que hizo Arturo Mojica.

Nació en Pungarabato Guerrero (hoy Ciudad Altamirano), el 30 de julio de 1925, el menor de tres hijos: Constancia, Guadalupe y Arturo, sus padres fueron José Teodoro Mojica Pérez y Petra Delgado Casimiro. A los 3 años de edad sus padres se separaron, su madre decidió marcharse del lugar y dejó a sus tres hijos con los abuelos maternos. A los 7 años se refugiaba en el río para dibujar con un palito sobre la arena lo que veía y le maravillaba: pájaros, reptiles, flores, árboles; lugar donde Arturo recuerda uno de los momentos más felices de su vida.

A la muerte de su padre, el objetivo de Arturo Mojica es encontrar a su madre, y emprende el camino, esta vez definitivo y con rumbo a Cuernavaca, donde sabe que ella vive.
En su camino hacia Cuernavaca, Arturo Mojica desempeñó varios trabajos, y, cuando trabajó en una mina, Mojica por primera vez entendió el significado de la vejez, el cansancio y la desesperanza en el ejemplo de los veteranos carretilleros que consumían sus vidas por un mendrugo de pan. Entendió también que no quería ser como ellos, y tomó la decisión de primero vencer el hambre y trabajar para la vejez, que, llevado al arte, significaría vivir para el arte y no del arte, es decir, resolver primeramente el problema económico para poder pintar con libertad.

El encuentro con su madre no fue lo que él esperaba. Mojica decide entonces hacer su vida, sin más ataduras que sus sueños.

A partir de aquellos años, la pintura en el sentido físico y artístico acompañó siempre al maestro Mojica. Vivía de los botes de pintura que vendía, y vivía para la pintura
que pintaba.

A lo largo de una prolongada y fructífera carrera, Arturo Mojica ha logrado un estilo único e inconfundible derivado de diferentes corrientes pictóricas. A diferencia de otros paisajistas, que pintan de manera realista, fieles a las formas y al color de lo que en la pupila de los ojos se refleja, en Arturo Mojica el paisaje no es una pintura fotográfica, es recreación y de alguna manera reinvención. Regiones, geografías, latitudes, atmósferas se transfiguran y se convierten en una nueva propuesta visual en la que el paisaje y sus entornos adquieren una nueva perspectiva de luz y colores, de formas, de sensaciones y estímulo espectral de un paisaje renovado.

Desde 1942 a la fecha, Arturo Mojica nos ha dejado un importante legado testimonial del paisaje morelense y nacional.
Conocedor profundo de la geografía del estado la ha recorrido palmo a palmo, maravillado con su belleza e indignado por la destrucción irracional de que ha sido objeto.

604

Óleos

15

Acrílicos

374

Acuarelas

36

Exposiciones individuales y colectivas